Como si fueses un escritor profundamente enamorado...

Aquí van cuatro notas independientes para dejarle antes del viaje:

1. Para la primera mañana sin ti
   Hoy me iré con la ciudad todavía bostezando. Dejaré mi taza en su sitio y tu risa guardada en el bolsillo izquierdo. Si te asomas a la ventana y ves pasar una nube baja, piensa que es mi abrazo practicando el regreso. Desayuna despacio: el mundo siempre corre, pero nosotros no. Yo escribiré tu nombre en cada ticket y en cada servilleta que me den. Si el día se pone duro, recuérdame así: terco, enamorado, volviendo.
   —Tuyo.

2. Desde el asiento 14A
   La ciudad se hace maqueta y yo te busco en la pantalla apagada del avión. Llevo una maleta con ropa y otra con tus pequeños milagros: tu olor a recién leído, la forma en que dices “ya”. La distancia es un puente, no un muro. Cuando aterrice, te mando la prueba: una foto, una anécdota, una risa prestada. Hoy me voy; de ti, nunca.
   —El que siempre vuelve.

3. Antes de dormir
   Si la noche te pesa, voltea la almohada: ahí guardé un pedacito de verano para ti. Cierra los ojos y dime en silencio lo que quieras; yo sabré escucharte desde el otro huso horario. Haré de cada hotel un cuarto con tu sombra. Contaré ovejas con tu nombre y me dormiré en la letra o. Mañana será un día menos para abrazarte, y esa aritmética me sostiene.
   —Buenas noches, amor.

4. Promesa de regreso
   Dejo esta llave contigo: abre cualquier miedo cuando dude. Yo llevo otra igual para abrir el camino de vuelta. Haremos planes modestos y felices: mercado de barrio, cine de martes, pan con mantequilla. Que nuestro futuro no grite; que respire. Si alguna tristeza te toca el hombro, dile que estoy en camino, que ya aprendí la ruta. Separarse es un verbo breve; volver, uno largo y cierto.
   —Nos vemos pronto, vida.